lunes, junio 28, 2004

"Cerrá bien la gaseosa o te mato"

Nunca se me tapa el oído, es más no recuerdo nunca haber tenido otitis. Sin embargo, hace más de una hora que mi oreja derecha me transmite cual antenita de ¿vinil? que el oído que ella recubre se encuentra bloqueado, vaya a saber por qué causas. Tal vez toda la cera acumulada en mi interior se aglutinó en el oído y se petrificó como fósil de terodáctilo. O quizás mis tímpanos están haciendo un piquete para no sufrir más de los abusivos auriculares con volumen elevado, por eso hacen un piquete y cortan la circulación del sonido. O sea, mi oído derecho estaría dominado por los piqueteros duros. El izquierdo es de los blandos. (El que les puso esos motes a los piqueteros es porque los compara con excremento. Pobres piqueteros!!)
¡Qué injustos que son los sentidos! El olfato se tapa al igual que el oído. Los ojos se pegotean cuando tenés conjuntivitis. El tacto se anula cuando se te duerme alguna parte del cuerpo. Y la voz no funciona si tenés la garganta muy colorada por gritar un gol o si ves algo que te haga asustar mucho, porque te quedás mudo. Mocos + Lagañas + Cera + Anestesia + Gol = La pérdida absoluta de los sentidos, que es lo mismo que ser un espantapájaros que asimila el oxígeno.
Últimamente (y casi siempre, pero más en estos días) creo que todo puede explicarse mediante analogías y metáforas. Por ejemplo (y aquí viene una), cuando uno no puede darse cuenta que algo huele, es porque hay mocos en la intuición. O sino, cuando yo me pongo terco y cabeza dura, mis lagañas predominan el panorama y termino haciendo cosas propias de un anestesiado del sentido común. Por lo tanto, ahora voy a buscar los escarbadientes para meterme alguno en el oído y destaparlo. Y si sale sangre, no importa, me la banco.

[Odio a mi memoria. Acaba de mandarme la información que dice que en alguna canción se incluye la frase "your ears are bleeding", pero no recuerdo cual. En todo momento, mi mente y yo jugamos a las adivinanzas. ¿Adivinen quien pierde siempre?]

viernes, junio 18, 2004

Escaloncitos

Hace un ratito, cuando venía caminando hacia este ciber, vi como un nene hacía algo que yo tengo muchas ganas de hacer desde que vengo a la facultad acá en Parque Centenario y nunca me animé. Al lado del edificio de la facultad, hay una escuela primaria bastante grande. Y su pared está adornada por escalones, que varían en dos tipos de niveles diferentes. Creo que no hace falta explicar que cosa me muero por hacer y que el niño hizo sin ningún problema. Pero por las dudas lo aclaro: ¡¡¡Quiero ir caminando por encima de los escaloncitos!!! ¡¡¡Cómo hacía cuando tenía la edad de ese chico!!!
Pero claro, ahora soy un grandote pelotudo y como se supone que tengo que ser adulto, sería avergonzante para mi estúpido cerebro dictarle las órdenes a mis pies para que peguen esos saltitos necesarios para realizar la ansiada caminata.
Recuerdo a un profesor de la facu decir que uno se da cuenta del estado de ánimo de las personas y de cuanta felicidad hay en su vida por el modo en que caminan. Siempre le presto atención a cómo camina la gente y creo que si cada uno de nosotros pudiésemos ver la forma en que movemos nuestro cuerpo al caminar, nos daríamos cuenta de muchas cosas. O tal vez no.

[¿Alguna vez me animaré a caminar por los escaloncitos?]

miércoles, junio 16, 2004

Asociación Libre

Libertad. Cadenas. Cadena Perpetua. Cemento. Albañiles subidos al techo. Madera con forma de viboritas. "El día del garrote". Estornudar y quedarse con los residuos nasales en las manos. Un cuento de terror para niños, del libro "Socorro", de Elsa Bornemann. Google para buscar como se escribe el apellido de la autora. Burbujas. Las Chicas Superpoderosas. Nietzsche. Té de manzanilla. Newton era el hacía caer la manzana, Tell la ponía en la cabeza de alguien y la traspasaba con una flecha, Eva la mordía y le convidaba a Adán. No me gustan las nueces, pero lo mejor de la Navidad es la comida, aunque las nueces son la excepción. Nunca vi un nogal, ni tampoco me lo imagino. Lagunas. El monstruo del Lago Ness. Antes me lo confundía con el del pantano. Dorita tenía que seguir el sendero amarillo, me encantaba la canción de la serie de dibujitos del mago de Oz, me gustaría volver a oírla, pero en Internet no la encuentro y nadie la recuerda. En HBO, hace un tiempo había una serie que se llamaba Oz, la historia se desarrollaba en una cárcel, una especie de Tumberos pero avanzados. En Brasil se compararía con Carandirú. En elrestival de cine de Mar del Plata había muchos chic@s con anteojitos ínfimos. No sé si tenían aumento. Ni los lobos ni los elefantes ni los leones se transforman en "marinos" si son lanzados al ocÉano. Este teclado hijo de puta me estä irritando y no së por quë mierda no puedo poner los acentos ni las comas ni las mayüsculas con normalidad: Irritaciön

[triste fin inconcluso]

viernes, junio 11, 2004

Reciclar sin ecologistas cerca

Me gustaría tener la omnipotente capacidad de reutilizar todas las circunstancias de mi vida como si ellas fuesen papel mojado. Hace mucho tiempo atrás, con una maestra de 5to grado que tocaba la guitarra, hice algo que jamás repetí en toda mi vida: reciclamos papeles. El método era sencillo, había que hacer una especie de grumos con el papel, muy chiquititos, para después juntarlos todos y esperar que se peguen por acción de un pseudo palo de amasar que podría ser un lápiz o una regla.
Sería interesante que pudiese reconstruir el mismo método para seleccionar las emociones que mejor se adaptan a cada momento. Por ejemplo, imaginemos que tenemos muchos papeles viejos, inservibles, y que con todos ellos logramos armar un lindo cuaderno para escribir todas las porquerías que quisiéramos. (¿Hay muchas cosas más atrapantes que un cuaderno en blanco?). Ahora, reemplacemos a los papeles viejos por algo que tuviésemos que modificar en nuestras vidas. Lo que antes nos molestaba ahora nos ayuda.

[cuando estoy triste, intento reciclarme]

miércoles, junio 09, 2004

Dormir

Hace un tiempo que me acostumbré a dividir mis cuotas de sueño en etapas y en lugares.

1)En la cama, que muy probablemente está deshecha cuando yo tengo la necesidad imperiosa de cerrar los ojos y dar vuelta los párpados. Las sábanas jamás se cambian, creo que tengo las mismas desde el 1° de enero. También me puede pasar algo muy hermoso, por ejemplo, llegar y darte cuenta que una pelea con tu hermano por la tarde, generó que el mismo se enloquezca y ate con veinte mil nudos todas las cobijas (palabra de abuela).

2)En el colectivo, vitales minutos de sueño recuperados, que se truncan si viajas parado. Hace poco me dormí parado, nunca me había pasado eso, se me torcieron las rodillas y me golpeé con el asiento que tenía adelante. Cuando viajo sentado, mi posición ideal para dormir es con la cabeza apoyada al vidrio. Pero eso también me provoca transtornos, porque muchas veces mi cabecita hace "rebotín, rebotán" contra la ventanilla y luego florece un bello chichón en mi frente.

3)En el subte, despertándome estación por medio. De las diez estaciones que acompañan mi trayecto, solo veo cinco. Lo peor de dormirme en el subte, no sé por qué ocurre, es babosearme por tener la boca abierta. Siempre pienso que sería muy cómico verme, me reiría mucho si pudiese salir un poquito de mi cuerpo a ver como el pelotudo que está con la nuca en el vidrio se llena de saliva la pera.

4)En la facultad, cuando los profesores se ponen densos con explicaciones sin pedagogía didáctica; lánguidas, repetitivas, zzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

Escribir todo esto me dio sueño. [bostezo]

sábado, junio 05, 2004

Triiiiiin. Tiririri. Noawlllllzzzz. Pzzzzzzlyyyyyyyiu. Pupipupipipupi.

Me tienen harto los ruiditos de los celulares. No los soporto más, repican en mis tímpanos e intestinos en los pasillos, aulas, baños, bares, escaleras y alrededores de la facultad. Recuerdo que el año pasado no sufría de tal irritación porque los teléfonos móviles no eran un bien común entre los estudiantes de este lugar. Parece que el verano fue movidito para los microchips, porque se reprodujeron cual hámster post-cuarentena e inseminaron artificialmente los deseos consumistas de los caminantes de este laberinto.
Sinceramente, yo imaginaba que las personas con las que comparto muchas horas semanales tenían un poder de resistencia superior a la fuerza magnética de las publicidades de las compañías telefónicas. Creía que el impacto del chiche del momento no iba a ser notorio detrás de las corroídas paredes de la facultad. Sin embargo, me topé con la ingrata novedad tecnológica frente a mis ojos, y en innumerables modelos, colores, diseños.
Dicen que son útiles, que tenés que comprarte uno porque son baratos, que uno nunca sabe cuando lo va a necesitar. Mis oídos hacen bolsillos vacíos a los consejos de los seres con abundante maquillaje y plástico, que se lucen impresos en los diarios o sonriendo en la TV. La principal barrera que me impide imaginarme con uno de esos telefonitos en mi mano es que no veo que se le den demasiados usos provechosos. Es más, ahora que lo pienso, es muy probable que los teléfonos públicos de Capital estén todos destruidos y hambrientos de tragar monedas porque las empresas saben que no les conviene arreglarlos, para no frenar el auge de los teléfonos impersonales. Porque las cabinas no escasean, el problema es que funcionan muy mal.
Si tenés un problema, te comunicás al toque”, afirman quienes son capaces de poner la opción de su celu en “vibrador" para autoestimularse. (Ya sé, me fui un poquito al carajo, pero es divertido). Aunque es verdad que acelera la comunicación, esta es una virtud demasiado aislada como para ser significante; la inmediatez no siempre es sinónimo de eficiencia, quienes son o padecen de eyaculadores precoces lo saben mejor que nadie. La utilización de los celulares es muy fácil de comparar con un orgasmo apurado, porque en ambos contextos se satisfacen necesidades de una manera efímera, sin contemplar las consecuencias que arrastra tal conducta.

5 verdades internas

_Para mí son todos iguales.
_Cada vez que suena un celular en clase, deseo maltratar a su dueño, obligándolo a desmenuzar e ingerir el aparato.
_No conozco a nadie que jamás haya tenido un problema con la compañía proveedora de servicios de teléfonos móviles.
_Es tremendamente aburrido escuchar una conversación acerca de esas cosas que nombré como mil veces acá.
_¿Alguien habrá llegado a leer hasta acá abajo? Te felicito si lo hiciste, pero es muy probable que todo lo que escribí haya sido una pérdida de tiempo innecesaria. Te aconsejo que te sientes por ahí, agarres algún apunte y estudies. Es mejor.