miércoles, febrero 02, 2005

¡Mucha ropa!

No hay nada que me aburra más en el universo que todo lo relacionado al mundo culinario/gastronómico. Obviamente, comer queda afuera de esta afirmación. Creo que esta aversión tiene un punto de partida en mi niñez, cuando mi abuela me taladraba las orejas contándome lo que había cocinado Choly Berretiaga, Karlos Arguiñano o vaya a saber quien carajom, minutos antes de que yo llegara del colegio. Es más, ahora que recuerdo bien, hay un detalle muy importante que estuve a punto de ignorar: La hijastra de Blanca Cotta, la cocinera que escribe hace años en la revista de los domingos de Clarín, fue mi primera maestra en el Jardín de Infantes, a mis casi tres tiernísimos años de edad. Verónica, ese era su nombre. Amo a mi memoria por recordar todos los datos estúpidos que están al alcance de mi subconsciente. (En realidad esto no tiene mucho que ver con el aburrimiento atroz que me producen los chefs, pero ya lo escribí y no quiero borrarlo. Es más, ya no tengo ganas de seguir con el tema, preferiría hablar de estrellas fugaces, bonsais o del jacarandá que jamás voy a plantar, pero creo que la versatilidad de los temas podría derivar en una sopa de confusión).

1 Comments:

At 9/14/2005 3:42 p. m., Anonymous Anónimo said...

lamento comunicarte que tu maestra se llamaba alejandra, no veronica

 

Publicar un comentario

<< Home