martes, agosto 24, 2004

Vocifera y desespera

Todavía no comenzó a hablar y mi corazón ya late más rápido de lo normal. Sin titubear, levanta la mirada y empieza a pronunciar palabras que por ahora no me interesaban demasiado. Su ritmo es monótono y acelerado. Intento prestarle atención a lo que dice, pero el leve temblor de mis manos me lo impide. Cada vez falta menos para que diga lo que tengo que oír , aunque mis oídos le dificultan el paso al aire que emanan sus labios. La espera resulta asquerosamente tediosa; mis dedos descontrolados dibujan espirales en un papel que en su destino tiene un tacho de basura por delante. Ella prosigue su monólogo esquematizado sin detenerse ni para parpadear. Muchas veces había estado en momentos como este, pero jamás acumulé tanta transpiración en mis axilas en un lapso de tiempo tan corto y sin ejercitar un músculo. Su estrepitosa combinación alfanumérica está perfectamente sincronizada con el sonido de las agujas del reloj en mi muñeca, o al menos mi efímera locura me hace creer eso. Aborrezco a la rama masculina de mi árbol genealógico por obligarme a vivir frecuentemente esta calamitosa desesperación. Mis tímpanos se transforman en un océano y su voz es una lluvia torrencial que no moja. Soy una bomba de nervios que está a punto de estallar y en este preciso instante, ella se dispone a elegir que cablecito cortar con su insípida fonética. "Zyotlovitsky....siete. El recuperatorio es la semana que viene, los que promocionaron vengan en la primera llamada de final para firmar la libreta."