lunes, agosto 09, 2004

Fragmentos (uno)

Fragmentos de un libro que jamás editaré titulado "Mi autobiografía en los colectivos"
"...en mis años de secundaria, todas las mañanas corría al muy hijo de puta del 584. Estaba sincronizado para que eso ocurriese, no tengo ninguna duda. Para tomarme el colectivo tenía que caminar tres cuadras: una derecho y doblar hacia la derecha para caminar otras dos. La dos últimas siempre me chocaban de frente con el ómnibus, que cruelmente se empeñaba en doblar en la esquina de Condarco antes de que yo llegue ahí. El resultado de los 200mts con mochila, walkman y soretes de perro en las zapatillas era sencillo: hincharle las pelotas a mi preceptor toda la mañana para que no me pase la media falta por llegar tarde..."
"...cuando estoy la fila esperando el bondi y no estoy seguro de poder viajar sentado, realizo una tarea divertida y efectiva: cuento cuantos asientos tiene el colectivo y cuantas personas hay delante de mí en la cola. Muchas personas esperan el siguiente coche porque creen que no va a haber espacio suficiente para apoyar su culo, pero a mi no me pasa eso si el tiempo me permite calcular mis posibilidades de viajar sentado. Por ejemplo, el 159 L azul Diferencial tiene 41 asientos en su interior. Una de las cosas más molestas de la rutinaria vida cotidiana es subirse al colectivo y notar que no hay ni un lugar para sentarse y ser el único que viaja parado. En esos momentos me siento (y así denomino a cualquier sujeto en la misma situación) un pasajero estúpido..."
"...no me imagino como hacen para diferenciar las letras de los ramales las personas con dificultades en la visión. Porque las ponen muy chiquitas y se notan cuando el colectivo está demasiado cerca, cuando levantar la mano es en vano porque el bondi ya se fue. El 148 tiene como 8 letras distintas. Recomiendo usar binoculares a quien pretenda tomar ese colectivo en el Puente Pueyrredón y subirse en el transporte con la letrita correcta..."
"...no hay muchas cosas más enigmáticas y preciosas que las miradas. Viajando en colectivo, en mis cinco años secundarios, debo haber acumulado más de diez novias de miradas. Llamo así a chicas a las que jamás les hablé en mi vida, no sé como se llamaban, no conocía nada de su vida, tal vez ni sabía a que escuela iban, pero que siempre nos mirábamos cuando compartíamos el bondi. Esa era toda nuestra relación. Para mí, una mirada de colectivo llega a su perfección cuando una de las dos personas se baja del bondi, a pesar de eso, continúa observando a la otra y sus miradas se funden nuevamente. De adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro..."