miércoles, noviembre 17, 2004

Cada pieza en su lugar

Ya lo tengo decidido. Después de pensarlo durante toda mi vida, llegué a la conclusión acerca de lo quiero que hagan con mi cuerpo después de morirme. Descarté la idea del crematorio porque no quiero caer en la redundancia de las cenizas. Lo que deseo es que a mi sepelio inviten a muchísimas personas, que recluten hombres y mujeres desconocidos de todas partes del mundo, tiene que ser multicultural. Y quiero que mi cuerpo inherte se mutile en tantas partes como concurrentes al velorio y que a cada uno de ellos se le entregue una parte de mí, en un pequeñísimo ataúd, cual Chocolatín Jack, y que la gente susurre en los pasillos de la estación Alem (ah, me olvidé, quiero que sea ahí, subterráneamente) y diga "¡Qué mierda, me tocaron las pestañas!" o sino "¿Esto es un colmillo o un nudillo?". Luego, cada uno de los diminutos cajones tiene que ir a parar a la heladera de su poseedor o en su defecto, de centro de mesa, para darle un toque tétrico a cada almuerzo, cena o merienda de quien lo conserve como recuerdo de mi paso por el planeta Tierra.

1 Comments:

At 11/17/2004 1:46 a. m., Blogger AnTo.- said...

mmmmmm me quedo con el ojo derecho! en la huevera de la heladera me va a quedar bárbaro!

 

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